12 abril, 2012

La creatividad


Su papel en las relaciones institucionales y organización de eventos 

La creatividad es la habilidad de crear, de producir cosas nuevas y de llegar a conclusiones, resolviendo problemas de una forma original y/o alternativa a lo generado hasta el momento. 
 
En la antigüedad, se creía que el acto creativo era fruto de la inspiración por influencia de seres y/o fuerzas sobrenaturales; como es el caso de las famosas musas greco-romanas, cuya figura ha acompañando a innumerables artistas a lo largo de los tiempos.

En la actualidad, sin embargo, sabemos que los procesos creativos son fruto de una gran variedad de factores de índole biopsicosocial. Con ello nos referimos a procesos bioquímicos que se dan durante las conexiones neuronales (sobretodo en el lóbulo frontal), factores de personalidad, competencias y actitudes del individuo creador, y a las características del entorno o contexto social y cultural en el que estamos inmersos durante este proceso creativo.

Este último es de especial relevancia, pues el aprendizaje y las experiencias influyen de forma significativa sobre las bases genéticas; y por tanto, el medio en el que nos movemos (ya sea en el trabajo, en la escuela, en la familia...), y sus características, favorecen o inhiben en gran manera la capacidad creativa, ofreciéndonos más o menos facilidades a la hora de potenciar nuestro talento creador.
Así pues, un clima grupal donde todos los miembros sean escuchados y respetados, cuyas aportaciones sean valoradas y compartidas, y cuyo líder facilite este proceso participativo acompañando al grupo confiando en éste y en el potencial de los individuos que lo forman, nos da como resultado una alta implicación, un aprendizaje cooperativo y un gran número de ideas. Y, por tanto, mayores probabilidades de éxito.

El éxito en el ámbito del protocolo, las relaciones institucionales y la organización de eventos,  lo entendemos como la consecución de los objetivos marcados por el programa y la satisfacción del cliente respecto a ellos y al desarrollo de toda al actividad. Durante este proceso, son frecuentes los contratiempos e imprevistos, fruto de su complejidad.

Es por ello que los profesionales de este ámbito deben estar formados y preparados para resolver situaciones inesperadas, complejas y que frecuentemente escapan a su control. Y hacerlo de una forma creativa y eficaz, donde la inteligencia emocional juega un papel fundamental a la hora de conectar con el cliente, con los colaboradores y con uno mismo.
 
Pero, sobretodo, lo más importante a la hora de gestionar la organización de un evento, su creación y su consecución, es creer en uno mismo y en todo el potencial que llevamos dentro y que, frecuentemente, ignoramos o mantenemos dormido, ya sea por comodidad, por falta de valor, o simplemente porque nos lo han hecho creer que carecíamos de él. Somos seres extraordinarios, con innumerables capacidades y potencialidades para hacer nacer algo bello... sólo hay que permitirnos que esto aflore libremente y llegaremos tan lejos como queramos.

Elisabeth Vallespín Silvestre